sábado, 4 de agosto de 2012

COMO AFRONTAR POSITIVAMENTE EL LUPUS

COMO AFRONTAR POSITIVAMENTE EL LUPUS 
 
QUE PUEDES SENTIR Y HACER CUANDO TE DIAGNOSTICAN LUPUS:

Cuando, en la consulta del médico o en un pasillo entre un grupo nutrido de gente, se nos comunica que tenemos lupus, sufrimos un impacto emocional en nuestras vidas. En algunos casos, dicho impacto puede causar un fuerte cambio en nuestros proyectos vitales, en lo que es nuestra vida cotidiana. El manejo de este diagnóstico y de sus consecuencias dependerá de cuestiones que podemos controlar y otras que no. Así, manejar las cuestiones que podamos controlar nos ayudará a llevar mejor la enfermedad. Para ello, puedes hacer lo siguiente:

1.- BUSCAR INFORMACION:
Cuando vivimos un acontecimiento de la importancia de un diagnóstico de Lupus, toda nuestra atención se dirige hacia la enfermedad. Es lo que se denomina “atención selectiva”. De repente, todo lo que vemos, oímos, tocamos, leemos, tiene un fondo lúpico. Esto puede hacer que busquemos información o que la evitemos frontalmente. Normalmente es lo que se hace en un principio, buscar información. En el caso de Lupus, la información está muy localizada y no es fácil de encontrar.
Se puede acudir a asociaciones. Sin embargo, no es la única fuente de información. Nuestro médico es una excelente fuente de información, quizá la mejor.
Otra fuente actual y copiosa es Internet. Existen innumerables páginas con contenidos relacionados con el Lupus, su diagnóstico y tratamiento, etc. Sin embargo, no todas son fiables.
¿Cómo se yo, recién diagnosticado, que esta información que tengo es fiable? Es conveniente confiar en los centros y entidades que funcionan desde hace tiempo y tienen una trayectoria conocida: Médicos y asociaciones. El porqué hay que buscar información fiable es muy sencillo. Porque ayuda a organizar la información que es importante en cada momento, y ayuda a centrar las energías en l que puede ser realmente útil.

Es normal que se piense que cuanta más información mejor. Pero si intentas asumir o acumular una cantidad de información superior a tu capacidad en estos momentos, esto sólo contribuirá a mantener e incluso a aumentar un estado emocional que no te conviene. Dosifica la información organizándola de mayor a menor importancia, y cada vez que comprendas un dato, un concepto, una estadística, pasa a la siguiente. Si te das un tiempo suficiente y no intentas saberlo todo en tres días, verás como todos esos datos los entiendes mejor. Se podría decir que todos tenemos una capacidad de información que podemos soportar y que una vez pasado este listón, el exceso de información nos bloquea más que nos ayuda.

2.- EMOCIONES QUE PUEDES SENTIR:

Después de la agridulce noticia del diagnóstico es normal que aparezcan miedos, angustias, preocupaciones, temores, alivios, esperanzas, etc.… De igual manera, es normal que tengas algunos síntomas de carácter depresivo o ansioso. Estas emociones y síntomas son normales y en mayor o menor medida, indican que te están enfrentando de manera adecuada a la situación. Sin embargo, si se prolongan en el tiempo pueden convertirse en algo peligroso para tu saludo, tanto mental como físico. Vamos a verlas un poco más de cerca para que te puedas reconocer y enfrentarte a ellas de la mejor manera posible. Es lo que llamamos respuestas adaptativas:

2.1..-MIEDO A LO DESCONOCIDO:
Normalmente, la enfermedad del lupus es algo de lo que no hemos oído hablar hasta que nos diagnostican y el médico nos habla de ella. Se trata de términos nuevos, que implican cambios que no conocemos. Surge la incertidumbre de no saber lo que pasará en el futuro, las expectativas que teníamos de nosotros mismos se han de modificar y no sabemos muy bien hacia dónde ir ni que hacer; aparece el miedo.
Una forma muy común de reducir estos miedos es obteniendo información veraz. Si disminuimos lo que nos es desconocido, también reducimos nuestros miedos. Si no, los “por qué”, “cómo” “y si...”, “y si hiciera…”nos pueden bloquear hasta el punto de impedirnos tomar decisiones y afrontar activamente el Lupus. Escuchar las vivencias de otras personas que han pasado por lo mismo que nosotros puede ayudarte.
2.2.-IRA O ENFADO:
La ira puede acompañar a situaciones en las que no tenemos control, y podemos definirla como la forma de descargar sobre una cosa o persona toda la tensión acumulada. A veces, descargamos nuestra ira sobre las instituciones médicas, otras en nuestras creencias, otras sobre la sociedad en general por su falta de sensibilidad y conocimiento sobre la enfermedad del lupus. Estas descargas son normales, pero sólo hasta cierto punto. Si no las controlas y canalizas pueden hacerte daño, a ti y a los que te rodean. Intenta ser consciente de la razón de tus ataques de ira para poder enfrentarlos a tiempo.
2.3.-PENA Y AUTOCOMPASIÓN:
Los cambios personales influyen en cuestiones muy cotidianas que condicionan mucho tu espontaneidad. Ir de vacaciones, dar un paso, hacer ejercicio… son cosas que pasan a estar siempre o planificadas o prohibidas. Es normal sentir pena y autocompasión de esas cosa que has perdido. Por otro lado, también es normal que al lado de esta emoción esté la certeza de otras cosas que has ganado: salud, bienestar, tranquilidad… No es conveniente que te quedes con las emociones negativas, sino que te enfrentes a ellas.
2.4.- CULPABILIDAD:
Puedes sentirte culpable por tu propia enfermedad. Es corriente tener pensamientos parecidos a “Qué he hecho yo para ser enfermo de Lupus”. La realidad es que el Lupus es una enfermedad de carácter genético y no hay nada que tú hayas hecho, para evitarlo, ya que no sabías que tenías un gran riesgo de padecer Lupus si hacías ciertas cosas (tomar el sol…)
2.5.- NEGACIÓN:
Puede ocurrir que en un primer momento niegues la situación. Yo no tengo Lupus. Los médicos se han equivocado. Aunque en el informe médico el diagnóstico señale que soy enfermo de Lupus, sigues aferrándote a pensamientos de carácter pesimista y catastrofista que te difuminan el problema y lo minimizan; aunque sólo en un primer momento, es una estrategia, pero una de las menos efectivas.
2.6.- ALIVIO:
Al tener un diagnóstico, después de tantas idas y venidas por varios hospitales, es lógico tener un sentimiento de alivio. Por fin sabemos lo que tengo. Es una excelente forma de empezar a enfrentarse con la nueva situación que te provoca el lupus, con esa idea optimista de saber que tienes.
2.6.- ESPERANZA:
Ya puedes empezar a planificar y pensar en el futuro de una manera más clara, enfocando tu atención y fuerzas hacia la resolución de las situaciones que la enfermedad te plantea, teniendo como horizonte una solución de una buena cantidad de los problemas que replanten. Si hemos llegado a saber, después de tantos vaivenes lo que me pasa, ¿por qué no puedo enfrentarme a otras cosas?

3.- CONTROLANDO LA SITUACIÓN:

Cuando nos enfrentamos a situaciones problemáticas generalmente reaccionamos de la siguiente manera: primero valoramos si ante una situación estamos en riesgo o en peligro; es decir, si interfiere en nuestra vida. Esto hace referencia a una valoración de nuestro bienestar físico y/o psicológico. Es lo que llamamos una valoración primaria.
En segundo lugar, valoramos si estamos realmente en riesgo o peligro, y esto nos orienta hacia posibles soluciones. Es la valoración secundaria. Estas dos valoraciones nos señalan si tenemos que responder a dicha situación y a cómo responderla. La forma que tenemos de responder a situaciones problemáticas es lo que denominamos estilos de afrontamiento.
Si como hemos dicho antes, la valoración primaria nos lleva a la conclusión de que nuestra saludo corre peligro, nuestra actitud será la de afrontar para reducirlo y eliminarlo, mientras que si la valoración que realizamos es de ausencia de riesgo, no le daremos la mayor importancia.
Sin embargo, es importante no confundir una valoración primaria con un estilo evasivo de afrontamiento, ya que una manera de afrontar un problema es ignorarlo o esperar a que pase y se resuelva por sí mismo. El pensamiento es que si no existe problema, no hay que enfrentarse a él. Como es lógico pensar, este tipo de estrategias no suelen efectivas a la hora de solucionar un problema.
Para saber si estamos utilizando una estrategia evasiva de afrontamiento, podemos pararnos a pensar qué tipo de preguntas nos hacemos sobre el problema. Si pensamos cosas tales como “el médico se ha equivocado” “esto se cura cuando sea mayor” y nos conformamos con ese tipo de afirmaciones, sin hacernos más preguntas, estamos evitándolo.
Lo fundamental, en todo caso, es ser consciente de la valoración que hacemos y de plantearnos cómo manejar el problema. Cada uno de nosotros tenemos una manera característica de responder a las situaciones problemáticas. Unos tendemos a explicar los sucesos desagradables con razones de tipo personal, (es culpa mía), de una forma permanente (siempre va a ser así) y proyectándolo sobre el futuro y sobre todos los aspectos de nuestra vida (esto me va a arruinar mi vida completamente).
Otros tendemos a ver las razones fuera de nosotros mismos (hay cosas que no dependen de mi), como algo que no dura siempre y que pasará (esto no va a durar siempre) y no invaden toda la vida, sino sólo aspectos determinados de la misma.
Sea cual sea el estilo de afrontamiento, existen técnicas, herramientas o recetas:
1.- Afrontar la dificultad.
2.- Relajarse/realizar actividades físicas
3.- Contar con personas que nos puedan ayudar
4.- Focalizar la atención en aspectos positivos de la situación
5.- Permitirse fallar y acertar.
6.- Entrenarse a:
-- Auto instrucciones
-- Solución de problemas

3.1.-AFRONTAR LA DIFICULTAD
:
Plantearse la dificultad como un reto, como un desafío a superar te coloca en una mejor posición de salida que encoger los hombros y afrontar pasivamente el problema. Coger el toro por los cuernos y plantearse no dejar que el problema te supere, sino todo lo contrario. Para ello, es conveniente que te pares a pensar cuáles son tus opciones, tus posibilidades reales, las habilidades que puedes utilizar para enfrentarte, etc. El pensar que uno puede enfrentarse a la situación proporciona la base para poner en práctica la técnica de Solución de Problemas.
3.2.- RELAJARSE Y/O HACER EJERCICIO:
Cualquier enfermedad crónica supone una fuente de estrés y parte de este estrés se somatiza, es decir, que pasa al cuerpo al no darle salida, con un aumento de la tensión muscular. Decimos que no le damos salida cuando no podemos expresarlo o descargarlo verbal o físicamente. Además, este estrés es acumulativo, lo que a medio y largo plazo nos generará dolores musculares, tensión personal, cansancio, ira, enfados desproporcionados, etc.…
El ejercicio físico continuado (andar o correr asiduamente) o la relajación muscular no sólo son excelentes actividades para descargar la tensión, sino que nos proporcionan un estado mental más adecuado para pensar con eficacia y mejoran nuestro estado físico en general.
Además, en los lúpicos, el estrés es un factor de riesgo añadido. Cuanto más estrés, más posibilidades de tener un brote de lupus.
3.3.- CONTAR CON PERSONAS QUE TE PUEDEN AYUDAR:
Es muy importante contar con personas que te apoyen y que te refuercen en los aspectos de tu vida que estén más “agitados”. Algunos te pueden ayudar proporcionándote información (tu médico, los profesionales y voluntarios de las asociaciones, otras personas con Lupus…) Otros te escucharán en tus preocupaciones, (amigos, psicólogos,etc). Otros te darán tu hombro para que te desahogues. Si cuentas con ellos…. ¡fantástico!
Si no los tienes, no te preocupes, ni te rindas. Plantéalo como un pequeño reto y búscalos. Los grupos de autoayuda te pueden ayudar a aliviarte, los psicólogos te pueden orientar y asesorar, las asociaciones te informan, etc. Seguro que te encuentras con gente en la que puedes apoyarte. No te aísles.
3.4.- CENTRAR LA ATENCIÓN EN LOS ASPECTOS POSITIVOS.:
Piensa en los aspectos positivos y negativos que tiene la situación. Intenta maximizar la importancia que tienen a corto, medio y largo plazo los positivos y trata de reducir los negativos, siempre contando con datos reales y objetivos. Los aspectos reales y objetivos son los que se pueden medir, observar, palpar, mientras que los aspectos irreales o subjetivos soportan mal la prueba de la realidad y la objetividad. Suelen darlos con verbos de tipo “debería de ser, tiene que ser”….
3.5...- PERMITIRSE FALLAR Y ACERTAR:
No te obligues a ser perfecto. Primero, porque no lo eres, y segundo, porque no consigues nada realmente positivo centrándote en el fallo. Aprovecha el error o como quieras llamarlo para aprender de él y sacarlo partido. Aceptar que se ha fallado es una buena prueba de que está en la tierra te sitúa en una posición de poder solucionar el fallo.

3.6.- SER OBJETIVO:
Como hemos dicho antes, afrontar las situaciones y no dejarse vencer por ellas es un importarte paso para normalizar la situación. Muchos enfermos solo ven inconvenientes que produce la enfermedad y dedican un gran esfuerzo y tiempo a contralarla llegando a situaciones que rozan la obsesión. La realidad, los datos objetivos y contrastables nos van a permitir ajustar nuestras reacciones y acciones respecto a nuestra enfermedad.

4.- ENTRENARSE EN AUTOINSTRUCCIONES:
Si por ejemplo nos enviamos mensajes del tipo “no voy a ser capaz de llevar bien la medicación” “he sido una mala persona por no descubrir antes la enfermedad de mi pareja” “soy un/a inútil porque todavía no he aprendido lo que puedo o no puedo hacer para manejar la enfermedad” y estos se repiten a lo largo del día, de la semana, etc., es normal que nos creemos una sensación de incapacidad y se haga un poco cuesta arriba el cambio.
Cuando hablamos de automensajes nos referimos a mensajes que nos enviamos a nosotros mismos, conscientemente y que tiene un carácter positivo. Suelen tener frases cortas que se basan en hecho reales, objetivos, que nos ayudan a crear en cada unos de nosotros una actitud más positiva para enfrentarnos de manera más efectiva a las situaciones conflictivas. Nos pueden ayudar a equilibrar los pensamientos negativos. Normalmente se suscita un diálogo interno en cada uno.
Estos mensajes nos los podemos enviar cuando seamos conscientes de algún mensaje negativo. Hay que seguir el siguiente proceso:
  • En el mismo momento en que sentimos algo, describir la emoción que siento en esos momentos, teniendo en cuenta tres criterios: Intensidad
  • Cuál es la emoción que siento
  • Qué es lo que está ocurriendo y qué me provoca esta emoción
Por ejemplo, estoy muy enfadado/a porque no puedo hacer todo lo que quería hacer en casa:
  • Controla el pensamiento negativo con la realidad. Te puedes preguntar si es verdad que eres un/a inútil por no poder hacer todo lo que te habías planteado hacer. Ya hemos dicho anteriormente que ninguna de las frases que emitimos de forma categórica suele ser real. Los “todo” o “nada” suelen llevar una carga emotiva importante, que debemos de dejar a un lado para poder ver con claridad.
  • Analiza las consecuencias que tiene ese pensamiento. Es decir, a dónde te lleva a tener ese pensamiento.
  • Valora que ventajas saco yo de tener ese pensamiento. Será algo así como ver que me aporta tener ese pensamiento y enviarme este mensaje. ¿Me ayuda a crear una actitud positiva o por el contrario incrementa o confirma mi sentimiento de incapacidad? En resumen, ¿ayuda o no tener ese pensamiento?
  • Piensa en mensajes alternativos a este que tengan una interpretación más objetiva de la situación. Pueden ser pensamientos del tipo “es verdad que no he sabido organizar mi tiempo ni mis fuerzas para hacer todo lo que quería. Si mi hijo me ha hecho una pregunta, por ejemplo, simplemente no he sabido contestar y él no se ha sentido tan mal como yo.”
  • Valora los sentimientos que te provoca este nuevo pensamiento, este nuevo mensaje. Seguramente esta nueva evaluación y descripción te ayuda más a enfrentarte a situaciones conflictivas que el pensamiento del principio.
Seguramente, en este momento te estarás enviando un automensaje o estarás pensando que esto es muy complicado. La realidad es que no. Ten en cuenta que esto que hemos descrito lo hemos analizado separadamente, pero que en realidad ocurre de forma muy deprisa en nuestra cabeza, tanto los pensamientos negativos, como los positivos. Con un poco de enteramiento conseguimos realizar estos pasos de una manera completamente automática
 
5.- ENTRENARSEE EN SOLUCIONAR PROBLEMAS:
1.- Lo primero de todo es identificar que tengo un problema. Un problema es una cuestión o situación que nos dificulta, en mayor o menor medida satisfacer los objetivos que nos planteamos en nuestra vida cotidiana. Para catalogar una situación de problemática, lo mejor es conseguir la mayor información posible sobre ella, y así definirla mejor. Con la información en nuestro poder, nos será más fácil catalogando de nuevo como un problema.
2.- Definir el problema lo más posible. Este paso es muy importante ya que, si definimos bien el problema, podremos atajarlo de una forma más concreta. Una buena manera de hacerlo es respondiendo a las preguntas ¿Qué sucede? ¿Quién está implicado? ¿Cómo me siento? Con estas preguntas podremos hacernos un “mapa de carreteras” de dónde está el problema, en qué medida depende de nosotros la solución y quién puede ayudarnos. Si conocemos el problema y las circunstancias que lo rodean nos será más fácil pasar al tercer paso.
3.- Una vez definido el problema, hay que ver las posibilidades alternativas de solución, teniendo en cuenta varias ideas. La primera es que cuantas más alternativas tengamos, mejor. Y si son diferentes, mejor que mejor. Así podremos elegir. Además, no debemos censurar ninguna idea ya que cualquier opción, en principio, puede ser válida. Es conveniente hacer un repaso a todas las opciones antes de ver cuáles son las más viables
4.- Elegir la opción que vamos a llevar a cabo:
- Valorando las consecuencias de cada alternativa a corto, medio y largo plazo y en qué grado esa alternativa puede surtir efecto.
- Valorar el coste en tiempo y en esfuerzo. Las que requieran menos esfuerzos y tiempo deben ser valoradas mejor que otras.
5.- Ejecutar la decisión y verificar que se está solucionando el problema planteado. Para ejecutar la decisión, debemos dividir dicha solución en pequeños pasos intermedios, en pequeños objetivos con su táctica para llevarlo a cabo. Por último habrá que verificar que se ha solucionado el problema. Si no es así, deberemos volver a realizar el mismo proceso, ya que puede que no hayamos definido bien el problema, o que la alternativa no ha sido adecuada, o que no hayamos llevado bien la ejecución de las acciones. 
 
 Fuente: http://marta-vivirconlupus.blogspot.com.es/2010/06/como-afrontar-positivamente-el-lupus.html

No hay comentarios: